sábado, 8 de octubre de 2016

LA INCREIBLE HISTORIA DEL REINADO DE ESPAÑA EN PORTUGAL (II)

El imperio donde no se ponía el sol suponía, en la práctica, un conjunto de territorios con sus propias estructuras institucionales y ordenamientos jurídicos, diferentes y particulares, que se hallaban gobernados por los monarcas españoles de la Casa de Austria o por sus representantes. El Rey hacía cumplir su voluntad en Lisboa a través de un gobernador o un virrey, que solían rodearse convenientemente de funcionarios locales. Los oficios públicos se reservaban para los súbditos portugueses tanto en la metrópoli como en su territorios ultramarinos.
Entre 1580 y 1640, los portugueses se cuidaron de ser ellos quienes gestionaban su imperio comercial bajo la supervisión general de Madrid, que abrió todo el mercado americano a los insaciables comerciante portugueses. No fueron los castellanos los que penetraron en las posesiones portuguesas, como tanto temieron aquellos que siguieron al Prior Antonio en sus revueltas, sino todo lo contrario. A principios del siglo XVII se sucedieron las quejas contra los omnipresentes comerciantes portugueses por parte de colonos castellanos, mexicanos, peruanos: «Los portugueses cada vez son más en las Indias españolas y llegan en todas las flotas, mientras que tienen buen cuidado en mantener a los castellanos alejados de las Indias Orientales».
A pesar de las quejas castellanas, la relación entre Madrid y Lisboa se mantuvo estable sin revueltas ni apenas incidentes durante el reinado de Felipe II (I de Portugal) y Felipe III (II de Portugal), pero el progresivo debilitamiento del Imperio español empezó a sembrar la discordia entre la nobleza portuguesa, harta de tener que disputarse cada vez más cargos con otros súbditos de la Monarquía.
Las agresiones holandesas a los territorios de Portugal durante la Tregua de los 12 años hicieron ver a la aristocracia lusa que el Rey de España no podía satisfacer a todas las partes. Además, se responsabilizó a los castellanos de la pérdida de Ambon (archipiélago de las Molucas )(1605), Ormuz (isla del golfo Persico)(1622) y São Jorge da Mina (Castillo en Ghana) (1637), el cierre de los puertos de Japón en 1637, y de las incursiones holandesas en Sudamérica. Aunque quisiera, Portugal no podía negociar una paz con sus enemigos si éstos también lo eran de los Austrias.


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