ARTICULO DE RICARDO DE QUEROL,
DIRECTOR DE CINCO DIAS,
DEL 23 de OCUBRE DE 2017
No. La
independencia de Cataluña no es la respuesta a la represión del Estado, como
ahora nos quieren hacer creer, porque el procés se puso en marcha, y aceleró,
mucho antes de que el Estado respondiera de ninguna manera.
No.
Cataluña no se ha ganado el derecho a la independencia por la actuación
policial (torpe e ineficaz, interesadamente
exagerada) en el 1-O, porque precisamente lo que se
votaba en aquella farsa de referéndum era la independencia inmediata.
No.
Quien ha destruido la autonomía de Cataluña no es ese malvado Madrid, sino los
gobernantes de la comunidad que decidieron dinamitar la legalidad estatutaria y
constitucional. El Gobierno central pecó, si acaso, de inacción, pero no de
provocación o precipitación
No, el artículo 155 no es un golpe de
Estado. Si ha habido aquí un golpe de Estado es el que se dio en las noches de
los días 6 y 7 de septiembre, cuando el Parlament votó las dos
leyes de ruptura (es una cursilada lo de desconexión) con
la oposición fuera de sus escaños. El 155 pudo activarse entonces, pero el
Gobierno se esperó a ver si lograba evitar la votación, luego se esperó a una
declaración formal de independencia, después se cruzaron las dos cartas, se
hizo la petición de una convocatoria electoral que habría sido la única salida no traumática.
No. Los
responsables de este desastre no pueden presentarse como las víctimas. Si se
pretendía desafiar al Estado e iniciar una revolución, había que medir antes
las fuerzas que se tienen para ganarla. No vale llorar porque te hacen daño si
has empezado tú la pelea. Sabían lo que hacían cuando votaron que habría un
referéndum vinculante aunque lo prohibiera el Constitucional, que se proclamarían
resultados aunque nadie los verificara, que en 48 horas se fundaría la
república.
No. No
bastaba decir en un minuto “asumo el mandato” y “ahora lo suspendo” para hacernos creer
que hemos vuelto a la normalidad.
No.
España no es un Estado autoritario (mucho menos totalitario, como ha dicho un indocumentado Junqueras) por
suspender la autonomía de Cataluña. Cualquier Estado democrático, con cualquier
Constitución, intervendría ante un intento de secesión a las bravas. Tampoco
Canadá o el Reino Unido habrían permitido esto jamás. Tony Blair
suspendió nada menos que cuatro veces la
autonomía de Irlanda del Norte después de la paz del Viernes Santo de 1998,
hasta que logró forzar consensos entre unionistas y nacionalistas, lo que ayudó
a encauzar aquel difícil proceso de paz. Ahora Theresa May amenaza
con hacer lo mismo.
No.
Europa no ha comprado el relato nacionalista, solo lo hacen aquellos que
también quieren romper Europa. La prensa seria internacional hace autocrítica
por las noticias falsas que
le han colado estos días. La UE tiene que apoyar al Gobierno español porque el
contagio de la fiebre secesionista la destruiría.
No, no habría paz en un continente de
fronteras inestables, metido en una espiral de fragmentación.
No, la
autodeterminación no es un derecho humano, ni de
los pueblos que no hayan sido colonizados, ocupados o sometidos a genocidio.
No. No
nos miremos en el desmoronamiento de Yugoslavia, el episodio más sangriento en
Europa desde la Segunda Guerra Mundial. No, Cataluña no es Kosovo ni Eslovenia.
Que nunca sea Bosnia.
No. No
son presos políticos quienes responden ante la justicia por sus acciones contra
la ley, nunca por sus ideas.
No. No
estamos volviendo a un Estado centralista. La intervención de la autonomía, como
la ha anunciado Mariano Rajoy, es total, pero tiene un horizonte temporal
definido, de seis meses hasta elegir un nuevo Parlament. Es reversible, lo que
no habría sido la independencia. Cataluña mantendría intactas todas sus
atribuciones si no se hubiera saltado la ley; las recuperará en cuanto renuncie
a seguir esa vía. No se dan pasos atrás en la descentralización. Pero el
federalismo, o como lo llamemos, solo puede basarse en la lealtad de las
instituciones. Ningún sistema político permite en su seno a gobiernos rebeldes
al imperio de la ley.
No. Esto
no es España contra Cataluña. Sobre todo es media Cataluña
contra la otra media, como ha dicho bien Joaquín
Sabina. Una fractura interna, cargada de odio, que costará mucho cerrar.
No. No
va a ser fácil lo que viene. Una administración intervenida va a funcionar mal.
Se va a enfrentar a resistencias enormes dentro y fuera, en la calle. Es una
situación tan extraordinaria como incómoda.
No. Esta
no era la solución ideal. No. No había alternativa para salvar el Estado de
derecho. Este desastre tiene padres bien conocidos. ¿Quién destruyó la Cataluña
que ha gozado de más autogobierno en la historia moderna? Exacto. Ellos. Los
que se disfrazan de mártires.