En 1972 Calvino empezó a escribir un libro sobre los
cinco sentidos. Cuando murió en 1985, sólo había terminado tres de los cinco
cuentos: «El nombre, la nariz», «Bajo el sol jaguar» y «Un rey escucha». No
cabe duda de que, si él hubiera podido completarlo, este libro sería hoy
diferente. Considerando su obra anterior y las conversaciones que sobre estos
cuentos mantuvimos, creo que no se hubiera limitado a escribir dos cuentos más,
los que faltan, sobre la vista y el tacto.
Hace tiempo oí o leí sobre este autor, pero me equivoque, pues lo describian como un autor de culto y me ha parecido un chorra. No se puede uno fiar de lo que dice alguien sin saber que piensa. De todas formas lo que he hecho a sido justamente eso, comprobar por mi mismo quien era este autor. Ya lo tengo definido, no volver a leerlo ni recomendarlo.
Comprobar por uno mismo:
- Así como el barroco colonial no ponía límites a la
profusión de los ornamentos y al lujo, por lo cual la presencia de Dios era
identificada en un delirio minuciosamente calculado de sensaciones excesivas y
desbordantes, así la quemadura de las más de cien variedades indígenas de
pimientos, sabiamente escogidos para cada plato, abría las perspectivas de un
éxtasis flamígero.
-A través de blancas manos de novicias y de manos
morenas de conversas, la cocina de la nueva civilización hispano-india se había
convertido ella también en campo de batalla entre la ferocidad agresiva de los
antiguos dioses del altiplano y la sobreabundancia sinuosa de la religión
barroca.
La única verdad, por otro lado obvia es:
«La cocina es el arte de dar relieve a los sabores con
otros sabores», replicó Olivia, «¡pero si la materia prima es insulsa, no hay
ningún condimento capaz de realzar un sabor que no existe!»
Traducción: Aurora Bernárdez