-La presencia de animales domésticos es relativamente
reciente en España. País de cultura tradicionalmente católica, machista y
violenta, España trataba hasta hace poco a los animales con indiferencia, y a
veces con sombría crueldad. Pero la uniformización funcionaba en todos los
terrenos, y España se iba aproximando a las normas europeas, especialmente las
inglesas. La homosexualidad era cada vez más corriente y aceptada; se difundía
la comida vegetariana, así como las baratijas new age; y, en las familias, los animales
domésticos, que en español recibían el bonito nombre de mascotas, sustituían
poco a poco a los niños. Sin embargo, el proceso estaba en sus inicios, y había
bastantes fallos: no era raro que alguien regalara un cachorro por Navidad como
si fuera un juguete, y unos meses después lo abandonara al borde de una
carretera.
-Teilhard de
Chardin era lo que solemos llamar un completo zumbado, pero no por ello era
menos deprimente
-También
tenía, claro, esa ilusión compartida por todos los cristianos de izquierdas,
bueno, los cristianos centristas o, digamos, los cristianos contaminados por el
pensamiento progresista desde la Revolución: creer que la concupiscencia es
cosa venial, de importancia menor, incapaz de apartar al hombre de la
salvación; que el único pecado auténtico es el pecado de orgullo
-Pascal, por
ejemplo, nunca se habría permitido proferir palabras tan absurdas: leyéndolo,
uno sentía que las tentaciones de la carne no le eran ajenas, que el
libertinaje era algo que podía haber sentido; y que si elegía a Cristo en lugar
de la fornicación o cualquier extravío no era ni por distracción ni por
incompetencia, sino porque Cristo le parecía definitivamente más flipante; en
resumen, que era un autor serio.
-Cabrones como Céline, Sartre o Genet hacían estragos.
-La palabra destruye, separa; cuando es lo único que
queda entre un hombre y una mujer, justo es concluir que la relación ha
terminado. Cuando, por el contrario, la palabra viene acompañada, suavizada y
en cierto modo santificada por las caricias, puede cobrar un sentido diferente,
menos dramático pero más profundo, el de un contrapunto intelectual
despreocupado, sin desafío inmediato, libre.
-Prueba de
que Francia se estaba convirtiendo en un país moderno, que sólo un país
genuinamente moderno era capaz de tratar a los viejos como meros desechos, y
que semejante desprecio de los ancestros habría sido inconcebible en África o
en un país asiático tradicional. El desarrollo de la eutanasia provocada -o, cada vez
más, libremente consentida- iba a resolver el problema en el transcurso de las
siguientes décadas.
-Darle una moneda a un pobre porque no tiene pan es
perfecto; pero chuparle la polla porque no tiene amante sería demasiado: no es
una obligación.
-La vida
sexual del hombre se divide en dos fases: la primera, en la que eyacula
demasiado pronto, y la segunda, en la que ya no se le pone dura.
-Por el
contrario, pocos son los hombres que consienten ser amados por su dinero, al
menos en Occidente; con los comerciantes chinos es distinto. Gracias a la
sencillez de sus almas, los comerciantes chinos consideran que sus Mercedes
clase S, sus cuartos de baño con equipo de hidromasaje y, en general, su dinero
forman parte de sí mismos, de su personalidad profunda.
-Toda energía es de orden sexual, no principalmente
sino exclusivamente, y cuando el animal ya no vale para reproducirse, ya no
vale para nada más. Con los hombres pasa lo mismo; cuando muere el instinto
sexual, escribe Schopenhauer, se consume el verdadero núcleo de la vida.
-El deseo
sexual no sólo no desaparece, sino que con la edad se vuelve cada vez más
cruel, cada vez más desgarrador e insaciable; e incluso en los hombres, por
regla general bastante escasos, en los que desaparecen las secreciones
hormonales, la erección y todos los fenómenos asociados, no disminuye la
atracción por los cuerpos jóvenes, se convierte, lo cual quizás sea aún peor,
en cosa mentale y deseo del deseo.
-Y es que, si bien el abandono del machismo había hecho
infelices a los hombres, no por ello había hecho felices a las mujeres. Cada
vez era mayor el número de hombres, y sobre todo de mujeres, que soñaban con el
retorno a un sistema donde las mujeres fueran púdicas y sumisas, y se
preservara su virginidad.
-Los últimos siglos de la civilización humana, es un
hecho poco conocido pero significativo, habían sido testigos de la aparición en
Europa occidental de movimientos inspirados en una ideología de un extraño
masoquismo, llamada «ecologista», aunque sólo guardara escasa relación con la
ciencia del mismo nombre.
La Muerte es quien consuela y es quien hace vivir;
de la vida es la meta, la única esperanza
que, como un elixir, nos embriaga y
eleva,
y nos da fuerzas para llegar hasta la noche.
A través de la escarcha,
la tormenta y la nieve,
es en nuestro horizonte negro la luz que vibra;
es
el famoso albergue que en el libro está inscrito,
donde poder comer, y
dormir, y sentarse.
De Las Flores del Mal, de Charles Baudelaire,
traducción de
Luis Martínez de Merlo y edición de Alain Verjat, Cátedra, Madrid, 1991
Bueno , no a quedado títere con cabeza, es un fenómeno
Titulo original "La possibilitè d'une île"