sábado, 30 de septiembre de 2017


Desnacionalicen, por favor

EDUARDO   MADINA  
El Pais 30 Sep 2017

En Euskadi, lugar del que procedo, son muchas las personas que, ante la pregunta de qué somos, responderían convencidas que somos una nación.
Siempre he tenido por quienes responden así un enorme respeto. Son capaces de ver lo que yo no veo, sienten un tipo de amor por una pertenencia nacional que yo no conozco. Una pertenencia de bases románticas que se establece sobre una consciencia de pueblo y que produce emociones y dota de certezas. Es un tipo de amor para el que, como digo, nunca he estado nada dotado.
La existencia de una visión republicana o liberal de la pertenencia ofrece alguna alternativa interesante en este campo. Por ejemplo, la descripción de nuestra dimensión colectiva sin el peso de los grandes dogmas particularistas de los nacionalismos, la concepción de una sociedad abierta, su conformación de forma secular y racional sobre el principio de ciudadanía.
El ámbito de pensamiento de la izquierda siempre ha concebido la realidad colectiva de esta manera laica, respetuosa con el ámbito íntimo de cada persona, de su derecho a definirse y sentirse como cada uno quiera sobre la pauta liberal de que el Estado ni entra ni cuestiona ni pregunta sobre todo aquello que compete en exclusiva a cada uno de nosotros. De la misma manera, la izquierda política es también una rebeldía contra quienes se han erigido en los únicos intérpretes de los sentimientos de pertenencia colectivos, en los que se presentan como los únicos dueños de la definición de lo que somos.
Desgraciadamente, esa rebeldía ante quienes se erigen en los únicos intérpretes de la narrativa colectiva sobre quiénes y qué somos se echa últimamente en falta en los principales representantes políticos de la izquierda española.
Es verdad que una comprensión abierta del concepto de pluralidad suele ser una idea aconsejable en estos tiempos complejos en los que el ser humano lleva desarrollándose en las últimas décadas en Europa. Es un enfoque que ayuda mucho en la comprensión y la aceptación de que existe quien defiende la pervivencia de particularismos de distinto tipo y la existencia de múltiples naciones definiendo el espacio público.
Pero la defensa del derecho de estos a hacerlo no debería conllevar que lo establezcan como propio quienes interpretan en claves de izquierda la realidad en la que vivimos. Es el marco mental de otros, la ventana con la que otros miran el mundo, no con la que debería mirar la izquierda.
Si todas las fuerzas políticas de izquierda definen la realidad de nuestro espacio público como una suma de naciones, ¿quién defenderá lo que somos? Una sociedad abierta de ciudadanos y ciudadanas libres e iguales en obligaciones y derechos de ciudadanía.
Las reivindicaciones de patria, de soberanías plenas, cerradas, la definición del mundo a través de un nosotros y un ellos, el establecimiento de fronteras de diferenciación es la agenda de otros. No debería ser la de la izquierda, que no puede caer en la trampa de renacionalizar realidades que ya son innegablemente posnacionales o transnacionales.
Será necesario a partir del día 2 de octubre que en la conversación política que surgirá en nuestro país para contribuir en la solución a la grave crisis abierta en Cataluña haya voces en la izquierda que no se dejen atrapar por el narcótico y simplificador discurso de las naciones. Porque España no tiene definición unívoca y alguien debería defenderlo. No sé qué era hace cinco siglos o hace dos, pero la España de hoy y la de mañana ni tiene definición unívoca ni es tampoco la descripción de múltiples naciones.
De entrada, es innegablemente una sociedad plural y está compuesta por ciudadanos y ciudadanas. La prioridad de la izquierda no debería, por tanto, orbitar alrededor de los derechos de las naciones, no debería aceptar el establecimiento de supremacías identitarias, de jerarquías sentimentales sobre lo que somos en unos territorios o en otros. Este es el argumento de los nacionalismos, no puede ser el de una izquierda moderna.
Convendría que su discurso y su reivindicación se centrara en que todos esos ciudadanos y ciudadanas plurales vivan siendo iguales en el campo de las obligaciones y de los derechos. Y que lo hagan en una sociedad cohesionada sin la enorme disparidad de renta per cápita por territorios existente en la actualidad en nuestro país.
Es de esperar que esa línea argumental, republicana, liberal y socialdemócrata sea defendida por voces de la izquierda política española ante el reto de estabilizar la convivencia en nuestro país a partir del día 2 de octubre. Convivencia que, en sociedades complejas y plurales, no tiene solución en términos de respuesta a un problema. Es en sí misma problemática porque son múltiples las formas de entender la vida que conviven en un espacio público de 48 millones de habitantes. Porque dentro de nosotros mismos habitan y colisionan muchos y muy dispares intereses. Porque conviven distintas lenguas y sentimientos, creencias religiosas y opiniones políticas. Porque hay puntos de vista a veces similares y a veces antagónicos. Porque esa pluralidad cada vez mayor es la que nos explica y la que nos define, la que hace inverosímil, incompleta e imposible la reducción a una simplificada definición romántica, de carácter nacional, lineal y certera, de todo lo que esta sociedad es en su conjunto. El principio de una idea amplia de ciudadanía —amplia en derechos y obligaciones— en el marco de una sociedad abierta es lo único que puede hacer viable la convivencia cívica en nuestro país para las próximas generaciones de ciudadanos. Y alguien debería defenderlo.

La definición cerrada de nación, el argumento de patria, sostenida en sentimientos descritos como superiores y con pretensión de jerarquía sobre otros es lo que describen los ojos de algunos. Desnacionalicen, por favor. Esa no puede ser la descripción de una izquierda racional, cívica y moderna.



Reconozco que este señor nunca me había caído bien, me parecía un trepa que vivía de su síndrome de estocolmo y pasaba por las legislaturas sin pena ni gloria ; mira por donde me tope con este articulo todo ello después de renunciar a su escamo de Diputado en Cortes por no estar de acuerdo con la deriva que esta tomando su partido, PSOE, y tengo que reconocer que tiene mucha razón y sus reacciones le vanaglorian.



SÍ CUENTAN LOS QUE NO CUENTAN

Javier Marias
El Pais 30 Sep 2017

Cuando escribo esto (dos semanas antes de que pueda leerse), no se sabe qué pasará el 1 de octubre en Cataluña, y menos aún en los días siguientes. Es dudoso que nadie tenga previsto nada, porque demasiada gente lleva años instalada no sólo en la negación de la realidad, sino en la del futuro como si el tiempo fuera a detenerse en el “momento culminante, inaugural y apoteósico”. Y el tiempo jamás se detiene. Abducidos por la CUP, a Puigdemont y a Junqueras ya no les importa que, declarada la independencia de Cataluña (tal como hoy está planteada), su país se quedara aislado, súbitamente empobrecido, casi apestado. Que saliera de la Unión Europea y careciera de reconocimiento internacional (con alguna exótica excepción perteneciente a la categoría de “amores que matan”), que su economía cayera por debajo del bono basura en que ya se encuentra, que se largaran numerosas empresas. Que se ganara la animadversión de Francia, la cual lo vería como una amenaza territorial, ya que esa Cataluña “independiente” es o sería expansionista e imperialista y querría apropiarse del Rosellón al cabo del tiempo, Valencia y Baleares aparte. Y la de Italia, que vería un peligroso precedente para las aspiraciones de la Lega Nord, ese partido fascista tan semejante al llamado “bloque soberanista”, y que pretende separar la Lombardía, el Piamonte y el Véneto (las zonas más ricas) del resto de la nación. Y la de Alemania, Holanda, Bélgica, probablemente la del Reino Unido y sin duda la de los Estados Unidos, que se mostrarían contundentes si, por ejemplo, Texas o California decidieran desgajarse.
Pero les importa nada a quienes han sometido a los catalanes a algo parecido a las preguntas-trampa, del tipo “¿Ya no pega usted a su mujer?” Si uno contesta que sí, malo. Si contesta que no, también malo, porque está admitiendo que “antes” sí le pegaba. Ante esas añagazas sólo cabe negar la pregunta y, por supuesto, no contestarla. Darle la espalda. Hoy, en Cataluña, en el instante en que alguien se presta a votar “Sí” o “No”, está dando carta de naturaleza a una pantomima y a una farsa. Más allá de que el Gobierno central impida efectivamente el referéndum, estar dispuesto a participar en él (insisto: tal como se ha planteado) es estarlo a participar en un golpe de hechos consumados y en una nueva sociedad autoritaria. Hace ya mucho que la elección democrática de un Gobierno no garantiza que éste lo sea. No lo es el que no respeta a la oposición (es decir, a los ciudadanos que no lo han votado), ni a las minorías; ni el que inventa e impone nuevas leyes a su conveniencia, ni el que atropella la división de poderes; no lo es el que hostiga y arruina a la prensa poco complaciente con él y al final la suprime, ni el que acaba con la independencia de los jueces y los nombra a dedo (como sucede en Venezuela); ni el que impide debatir asuntos muy graves en el Parlamento y ni siquiera permite leer sus informes a sus propios letrados o intervenir a su Comisión de Garantías, como hizo Forcadell hace menos de un mes, despóticamente.
Pero sobre todo no lo es el que, con desprecio absoluto, excluye a una gran parte de la población, la mitad o más seguramente, y decide que los que no se pliegan a sus designios simplemente no cuentan, y por ende se puede actuar y se actúa como si no existieran. O como si fueran “anticatalanes”, “traidores”, “botiflers”, “fascistas”, “unionistas”, “españolistas”, “escoria”, se ha dicho hasta la saciedad todo esto. Si ustedes se fijan, nadie en Cataluña, y muy pocos en el resto de España, insultan a los independentistas. Se trata de una opción legítima y desde luego legal, siempre que no se intente imponerla a los demás mediante la intimidación, la exclusión, el chantaje, la represalia o la amenaza directa: la que han sufrido ya muchos alcaldes reacios a ceder sus ayuntamientos para la pantomima. Porque es pantomima, si es que no pucherazo, un referéndum con ocultaciones, con un censo fantasma, una transparencia inexistente, un control llevado a cabo por los partidarios del “Sí”, sin cabinas, sin plazo cuerdo, sin una participación mínima para considerarlo válido y sin más requisito para dar por cierto su resultado que un solo voto más para la opción ganadora, que además ya está decidida y cantada: si sólo acuden a votar los que votan “Sí”, me dirán ustedes dónde está el misterio. Este referéndum es tan sólo un mal adorno. La Generalitat lleva tiempo obrando como si se hubiera celebrado ya, con el resultado propugnado por ella, casi impuesto (su “neutralidad” es un chiste). La prueba es que ha aprobado “leyes de transitoriedad” o “desconexión” tranquilamente. Nos encontramos ante un caso claro de absolutismo: esto va a ser así porque así lo queremos nosotros; los que no estén de acuerdo son anticatalanes y ya no cuentan. Franco hizo algo muy parecido al final de la Guerra Civil: los que no me acaten y aclamen son la “antiEspaña”. La única manera de oponerse hoy a eso es negar la pregunta, y que la cantidad de votantes —ingenuos o no— sea ridícula. Es decir: de participantes en la farsa.


miércoles, 27 de septiembre de 2017

La novela EL CUADERNO DORADO de Doris Lessing







Título original: The Golden Notebook 1962   Editorial Moguer


Traducción: Helena Valentí

A continuación se explica cómo es la estructura de esta novela.

Tiene un armazón o marco titulado «Mujeres libres», novela corta

convencional que puede sostenerse por ella misma. Pero está dividida en cinco

partes y separada por los cinco períodos de los cuatro diarios: negro, rojo, amarillo

y azul. Los diarios los redacta Anna Wulf, un personaje importante en «Mujeres

libres». Lleva cuatro diarios en vez de uno, pues, como ella misma reconoce, los

asuntos deben separarse unos de otros, a fin de evitar el caos, la deformidad..., el


fracaso. Los diarios terminan a causa de presiones internas y externas

Lei la primera parte y quede saturado para seguir leyendo los diarios. Unos dialogos que no se a donde quieren ir a parar. Insufrible.

martes, 26 de septiembre de 2017

 QUE SUSTENTAN EL SOBERANISMO CATALÁN
 Y NO SON VERDAD10
.Votar si

Barcelona / Madrid   Publicado por EL PAIS el 24 Sept 2017

 LA GUERRA DE 1714 FUE DE “SECESIÓN”

 Al morir Carlos II El Hechizado (1700) sin descendencia directa, se desató una batalla europea por hacerse con la Corona de España. Los dos grandes candidatos eran Felipe V de Borbón (nieto de Luis XIV de Francia) y el archiduque Carlos de Austria. Los Borbones pretendían la hegemonía continental, aliando a España con Francia. Los austracistas contaban con el apoyo de Inglaterra , secundada por los Países Bajos.
Lo que pronto sería una cruenta guerra de monarquías también lo fue de proyectos: el librecambismo anglo-holandés frente al proteccionismo fisiócrata francés; la burguesía mercantil frente a la alianza de las aristocracias agrícola y cortesana; el vago proto-confederalismo de Viena frente a la centralización absolutista heredera del rey Sol; las periferias versus el centro de Europa.
Estas líneas divisorias acabaron encontrando partidarios, fieles y servidores en distintos lugares de la Península. Aunque fueron alianzas efímeras y variables, el reino de Castilla sintonizó más con el envite francés; el Principado de Cataluña, más mercantil, con las incitaciones austracistas.
Pero, al inicio, los catalanes acogieron al Borbón con entusiasmo, como ha historiado el gran especialista del momento, Joaquim Albareda (La guerra de sucessió i l’Onze de setembre, Empúries; y Política, economia i guerra,Barcelona 1700, Colecció La Ciutat del Born).
En efecto, ante las Cortes catalanas, reunidas en 1701 por vez primera desde 1599, ¡hacía un siglo! (lo que indica que el sistema funcionaba a poco gas), Felipe juró las Constituciones supervivientes de la Edad Media. Y otorgó un puerto franco a Barcelona, licencia para dos barcos anuales a América y otras libertades comerciales.
Pero, empujados por el síndrome antifrancés desde la reciente y frustrante anexión a Francia (entre 1640, cuando el incompetente canónigo/presidentPau Claris entregó el Principado a Luis XIII, y 1652, cuando, desengañados de París, los catalanes volvieron a la Corona hispánica); por la invasión de manufacturas galas y por algunas medidas despóticas del virrey, cambiaron de bando y se entregaron al archiduque, que les abandonó para ir a Viena y coronarse emperador.
Se había desatado una guerra internacional doblada de guerra civil: francófilos contra austracistas. Y una guerra civil dentro de la guerra civil: las clases industriales e ilustradas, con los Borbones desde Mataró; los componentes más humildes de los gremios, formando la Coronela, una milicia austracista derrotada y pasada a fuego, en Barcelona.
No fue pues una guerra de una nación contra otra, ni de independencia, ni de secesión, ni patriótica, sino que las leyes y Constituciones catalanas antiguas se usaron por ambos bandos como reclamo, lema, anzuelo o coartada cambiante. Trajo desastres, pero no destruyó el Principado. El final de la guerra catapultó a Cataluña a la revolución económica: primero agrícola-mercantil y luego proto-industrial, como asegura el maestro Pierre Vilar en Catalunya en l’Espanya moderna 

¿ LA CONSTITUCION DE 1978 ES HOSTIL A LOS CATALANES ?

La Constitución fue apoyada por 2,7 millones de catalanes, el 91,09% de los votantes en el referéndum constitucional del 6 de diciembre de 1978 , dos puntos por encima de la media; la rechazaron un 4,26%, frente al 7,89% de la media, con una participación del 67,91%. Fue, junto a Andalucía, la comunidad que más respaldo dio a la Constitución.
Resulta pues obvio que la superación del marco constitucional actual requeriría, al menos, una mayoría concurrente equivalente a la de entonces.


¿ HA FRACASADO LA AUTONOMIA?

En el desarrollo de la Constitución, el Estatut de 1979 (y su despliegue) estableció un sistema de autogobierno sin parangón en la historia de España. La oficialidad y el uso vehicular del idioma catalán permitieron su notable recuperación; se avanzó en la corresponsabilidad fiscal y en la recaudación de impuestos (pese a que el nacionalismo había rechazado al inicio de la democracia el sistema de concierto); se administraron las competencias básicas del Estado del bienestar (sanidad y educación), que fueron ampliándose a otras (prisiones, policía).
Y el aún más descentralizador Estatut de 2006 todavía profundizó en ese autogobierno. Incluso pese a que el Tribunal Constitucional lo recortó notablemente, en una polémica sentencia (2010) sobre un recurso del PP que marcó un antes y un después en la percepción sobre el (obstaculizado) encaje de lo catalán en lo español y sobre la (crecientemente radicalizada) política nacionalista, que consideró roto el subyacente pacto constitucional.
Aunque algunos de quienes más dicen lamentar lo que consideran la pérdida del Estatut, como Esquerra Republicana, habían hecho campaña en contra y habían pedido el voto negativo en el referéndum de 2006.
En cualquier caso, el tamaño del desengaño y la desafección fue superior al de la poda hecha en el texto: supresión de un artículo e incisos en otros 13 (sobre un total de 238) y reinterpretación de muchos otros. Pero su alcance cualitativo fue superior al cuantitativo: se descabezó la pretendida desconcentración del poder judicial y se laminaron competencias financieras importantes, así como aspectos simbólicos. En Cataluña se recibió lógicamente como un agravio que la legitimidad del tribunal primase sobre la voluntad popular ya expresada en el Congreso y en el referéndum previo a la sentencia.
Pese a esos reveses y a una panoplia de leyes recentralizadoras introducidas desde 2012 por el PP, el nivel de autogobierno alcanzado y consolidado en toda España (y singularmente en Cataluña) no constituye pues ni pantalla pasada ni motivo para pasarla. Al revés, incluso aunque pueda mejorarse, resulta formidable en términos comparativos internacionales: España es el séptimo país de la OCDE según el baremo del poder fiscal descentralizado; y el primero en intensidad de su descentralización entre 1995 y 2004 (Fiscal federalism, OECD, 2016).






EL DESAFÍO INDEPENDENTISTA CATALÁN

domingo, 24 de septiembre de 2017

El huracán político que está cambiando el mundo: la clase media

Publicado en EL PAIS el 23 Sept 2017

¿Qué tienen en común un agricultor de Iowa, un diseñador gráfico de Chile, un jubilado de Reino Unido y un trabajador en una cadena de montaje de China? Dos cosas: son miembros de la clase media de su país y están furiosos con sus gobernantes. Sus desilusiones están transformando la política y provocando acontecimientos sorprendentes, como la elección de Donald Trumpel Brexit, la defenestración de presidentes y una oleada mundial de protestas callejeras.
En muchos países del mundo desarrollado, la clase media está rebelándose contra el estancamiento o incluso el empeoramiento de su nivel de vida. La globalización, la inmigración, la automatización, las desigualdades, los nacionalismos y el racismo abren oportunidades para aventureros de la política que venden malas ideas como si fueran buenas.
Por supuesto que también hubo ricos y pobres que votaron por Trump en Estados Unidos y por el Brexit en Reino Unido, y que muchas personas de clase media votaron en contra en ambos casos. Sin embargo, no cabe duda de que, en los países ricos, y especialmente en EE UU, quienes tienen rentas medias forman el segmento que más perjuicios económicos está sufriendo.
Pero estas convulsiones no solo suceden en los países ricos. La clase media de Brasil, Turquía, China o Chile comparte las angustias que acosan a sus pares de Norteamérica y Europa occidental. La paradoja es que en las últimas tres décadas, cientos de millones de personas en Asia, Latino américa y África han salido de la pobreza y hoy forman parte de la clase media más numerosa de la historia. Pero esas personas tampoco están satisfechas y están protestando en las urnas y en las calles.
Investigadores y diversas instituciones como el Banco Mundial definen la clase media como una franja con unos límites de ingresos muy amplios por arriba y por abajo, que pueden ir de 11 a 110 dólares diarios. Y las convulsiones en este segmento de población no son nuevas. En 2011 escribí que “la principal causa de los conflictos que se avecinan no será el choque entre civilizaciones, sino la indignación generada por las expectativas frustradas de una clase media que está en declive en los países ricos, y en ascenso en los pobres”. “Es inevitable”, escribí, “que algunos políticos de los países desarrollados achaquen el declive económico de su clase media al despegue de otros países”. Y advertía de que la prosperidad no siempre significa más estabilidad política.
La dimensión y la velocidad de la expansión de las clases medias en el planeta han sido verdaderamente espectaculares. El economista Homi Kharas, experto en la clase media mundial, calcula en un reciente estudio que hoy pertenecen a ella 3.200 millones de personas, es decir, el 42% de la población total. Cada año se incorporan 160 millones más. Al ritmo actual de crecimiento, de aquí a unos años, la mayor parte de la humanidad vivirá, por primera vez en la historia, en hogares de clase media o superior.
Esa expansión ha tenido distinto alcance en diferentes países. Mientras que en EE UU, Europa, Japón y otras economías avanzadas la clase media crece a un mero 0,5% anual, en China e India ese mercado aumenta a un ritmo anual del 6%. Si bien ha alcanzado una dimensión sin precedentes en países como Nigeria, Senegal, Perú y Chile, la expansión de la clase media es un fenómeno especialmente llamativo en Asia. Según Kharas, los 1.000 millones de personas que se van a incorporar a la clase media en los próximos años vivirán, en su inmensa mayoría (¡un 88%!), en Asia.
Las consecuencias económicas son tremendas. En los países en vías de desarrollo, el consumo está creciendo entre un 6% y un 10% anual, y ya constituye un tercio de la economía mundial.
Las consecuencias políticas pueden ser igual de importantes. En Europa y en Estados Unidos son ya visibles en elecciones y referendos —Francia, Holanda, Reino Unido, Hungría, Polonia—, con la proliferación de candidatos y programas que antes eran impensables. Como escribió hace poco Bill Emmott, antiguo director de The Economist: “Vivimos en una era llena de turbulencias políticas. Sendos partidos con apenas un año de antigüedad se han hecho con el poder en Francia y en la enorme área metropolitana de Tokio. Un partido con menos de cinco años encabeza los sondeos en Italia. La Casa Blanca está ocupada por un neófito político, algo que causa un tremendo malestar entre los republicanos y los demócratas de toda la vida”.
Las turbulencias políticas también se hacen notar en países de rentas bajas y medias que están creciendo muy rápidamente. Cada vez que la clase media aumenta, sus expectativas y demandas lo hacen también. Unos actores sociales que están más conectados, que tienen más poder adquisitivo, tienen más educación e información, y son más conscientes de sus derechos, ejercen unas presiones inmensas sobre sus Gobiernos, que a menudo no tienen los recursos ni la capacidad institucional necesarios para responder a esas demandas.
Dichos países están empezando a mostrar fisuras similares a las de EE UU y Europa. En Chile —cuyos éxitos económicos lo han convertido hace tiempo en modelo para otras naciones y cuenta con una de las sociedades más estables de Latinoamérica— ha habido protestas violentas, abstención masiva en las urnas e incluso un asalto al Congreso porque los ciudadanos quieren expresar su decepción con un Gobierno que sienten que les ha fallado.
En China, los investigadores han observado que entre 2002 y 2011 se produjo una drástica caída de la confianza de la clase media en las instituciones legales, el Gobierno y la policía, a pesar de que fue un periodo de fuerte crecimiento y mejora de los programas sociales. El Gobierno chino está preocupado, sin duda. De hecho, muchos piensan que el vertiginoso crecimiento del país es un pilar fundamental de la estrategia de Pekín para aplacar a la clase media: ya que el Gobierno no te va a ofrecer una democracia constitucional, libertad de expresión y derechos humanos universales, al menos hará que tengas un mejor salario, o incluso que puedas enriquecerte. El riesgo es que una contracción económica prolongada podría desatar la agitación política que las autoridades tanto temen.
Los motivos del descontento en el mundo en desarrollo —a pesar de la mejora de los niveles de vida— son numerosos, pero sin duda el acceso a la información es un factor crucial. Las personas educadas e informadas son más difíciles de controlar. Es más, cuando miles de millones puede ver en su teléfono móvil cómo viven los demás, hay muchas más probabilidades de que se sientan insatisfechos con su situación. Seguramente piensan: “Trabajo tanto como ellos, así que también me lo merezco”. Ese “lo” pueden ser salarios más altos, sanidad más asequible, mejor educación para sus hijos, igualdad, mejores servicios públicos o libertad de expresión. Ahora bien, la “conectividad” barata y generalizada y la revolución de la información no son los dos únicos factores. También cuentan la urbanización, las migraciones, el aumento de las desigualdades, e incluso el nuevo entorno cultural y las expectativas sobre la corrupción, la autoridad y las jerarquías.
¿Qué va a pasar? El rechazo al “más de lo mismo” y los reacomodos políticos están siendo inevitables: Donald Trump y el Brexit no son más que dos manifestaciones, espoleadas en parte por la revuelta de las clases medias en los países ricos. La furia de la clase media en los países pobres y de rentas medias también está en ebullición. Sus consecuencias son imprevisibles.
Moisés Naím  miembro distinguido del Carnegie Endowment for International Peace. Su último libro es ‘El fin del poder’. Traducción de M. Luisa Rodríguez Tapia.



miércoles, 20 de septiembre de 2017



Exposición de pintura del pacense 
FRANCISCO J. VAZ en la sala ArteJoven de Badajoz.
Hace un año que tuve conocimiento este pintor y estuve en su exposición anterior con pintura mas figurativa y siempre con este colorido digno de un fovista. En la exposición actual las figuras las ha como descunstruidas manteniendo las mismas formas.  


 El propio pintor dio una pequeña
charla sobre el porque de sus pinturas y sobre su trayectoria. Salio también las técnicas y ante mi gran sorpresa mezcla de todo. el general parte de un dibujo que luego proyecta sobre el lienzo, la primera grisalla la hace con acrílico, pero no necesariamente monocromo. Luego matiza con oleo y si el matiz lo pide usa lapices de colores acuarelables pero en seco para hacer detalles y perfilaciones.


Muy interesante. Es un pintor para seguir.                                                                                                
                                                       

sábado, 16 de septiembre de 2017

La novela VIVOS Y MUERTOS de Alberto Vázques Figueroa
La tipica novela del autor perfecta para leer en una playa portuguesa.
Una historia de como unos muertos se ponen en contacto con un vivo para que vengue su muerte que había quedado impune en un juicio sobre corrupción en la administración
Destacar:
- "El saber por saber de nada sirve, si no sabes qué sirve lo que sabes"
-" lo dice el refran "Si te engamañn una vez, la culpaes de quien te engaña; si te engañan dos, la culpa es tuya".
- "No cabe duda de que la principal virtud del ser humano, aquella que le ha permitido convertirse en el rey de la creación, no es su extraordinaria capacidad de pensar, sino su portentosa capacidad de adaptarse a cualquier situación".
-" El tiempo es como la Santisima Trinidad; tan solo existe un tiempo, el que trascurre segundo a segundo, pero el mismo tiempo puede ser pasado, presente o futuro".


Publicado en noviembre de 2007 por Ediciones B,S.A.


viernes, 8 de septiembre de 2017

Novela EL JUEGO SIGUE SIN MI de Martin Casariego Cordoba (1962).
“Me despido de ti y de ella. Os doy las gracias por todo. Tú pronuncias dos palabras: A usted. El juego sigue sin mí”. Son palabras de El juego, de Pedro Casariego Córdoba, hermano de Martín, que se suicidó el 8 de enero de 1993.
La novela es agradable de leer y esta recordando constantemente a su hermano. De todas maneras algunos personajes de la obra están inspirados en algunos de sus hermanos o eso me pareció.
Curiosidades tales como:
- "En lo que a mí respecta, creo que tener por hermana a la más deseada del instituto fue bastante positivo, porque contribuyó a que dejara de idealizar a las mujeres".
- "Ahora recuerdo una frase que me gustó, y que escuché en alguna película cuyo nombre he olvidado: el camino hacia la cumbre siempre es cuesta arriba. Y cuando llegas, lo haces a un lugar solitario en el que hace demasiado frío".
- "A las mujeres no les gustan las tortugas que esconden la cabeza. Cierto es que si la sacas te expones a un guantazo, pero si te quedas dentro te condenas a la soledad. El sabor de la vida, el amor, se reserva para los que se arriesgan".
- " Creía que madurar consistía en ir sabiendo cada vez más respuestas. Ahora me inclino a pensar que es más bien ir convirtiendo las certezas en dudas, desandar el camino".
- "Tienes que leer Pedro Páramo. Pero solo lo podrás entender cuando haya muerto alguien muy cercano y querido".
- "Cada vez me caben menos dudas de que la cara B del Éxito se llama Fracaso".
- "La diferencia entre una niña y una mujer es que a una niña primero la llevas a la cama y luego le cuentas un cuento y a una mujer primero le cuentas un cuento y después la llevas a la cama".
- "Nunca sientas lástima por ti mismo. La vida no trata de no caer, sino de cómo levantarse".
- "A veces he pensado que las chicas feas merecerían alguna vez salir con el chico soñado, y las guapas, sufrir un revés, que su corazón se rompa en dos -dijo al volver a sentarse-. Pero no por una cuestión de justicia, sino de experiencia. Hay que saber perder y ganar".
- "La vida es una trampa mortal, se mire como se mire. Suicidarse no es más que salir antes que los demás. Un atajo. Y desde luego, hablando de atajos, los suicidas no son un hatajo de cobardes, como algunos simples pretenden. Eso lo tengo claro".
- "Quizá las que más me han impresionado son las de Jesucristo: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». De niño me dormía angustiado pensando en esa frase. Si Dios había abandonado a Jesús, ¿cómo no iba a haberme abandonado mi madre a mí? ".
En general me parece francamente recomendable.

Editada por Siruela en 2014. Premio Cafe Gijon 2014.