-Lo que él había visto era a unos hombres mal equipados, mal armados, dirigidos por unos oficiales mal preparados a la espera de las órdenes de un Estado Mayor asombrosamente ausente.
-Tras la entrada del mariscal Pétain en el
gobierno como vicepresidente y ministro de Estado, le ha llegado el turno al
general Weygand, que ha sido nombrado comandante en jefe del Estado Mayor y se
encargará del conjunto de los teatros de operaciones. El vencedor de Verdún y
el discípulo de Foch están hoy al mando. Francia respira: a la calma olímpica y
la fuerza de carácter del primero se unen ahora el criterio sólido y las dotes
de mando innatas del segundo.
-Ya nadie duda de que el mismo hombre que, en noviembre de 1918, leyó a los alemanes las condiciones de armisticio que se les imponían, volverá a interpretar ese papel dentro de unas semanas.
-Las tropas francesas y aliadas retrocedían ante la presión de la ofensiva de los alemanes, que, espoleados por su éxito en las Ardenas y por la rapidez con que sus tropas avanzaban, habían barrido a su paso a todo un ejército valeroso y esforzado, pero dramáticamente mal preparado para una situación que ningún jefe de Estado Mayor había sido capaz de prever.
-28 de mayo, se supo que el rey Leopoldo III de Bélgica renunciaba a la lucha y optaba por rendirse al ejército alemán.
-Una muchedumbre grave y apretujada, que se extendía hasta los puentes del Sena, parecía esperar al Mesías. En su lugar, vieron al vicario capitular de París, con capa de oro, la mitra en la cabeza y el báculo en la mano, que salió a recibir al primer ministro, a los embajadores, a los ministros de Estado y al señor Daladier. A Fernand ya le pareció sorprendente ver a todos aquellos políticos radicales, socialistas y masones yendo en visita oficial a Notre-Dame para rezarle a un dios en el que no creían, pero, para él, lo más preocupante era la presencia de un número considerable de militares en uniforme de gala. Viendo a la flor y nata del Estado Mayor, el mariscal Pétain, el general de Castelnau, el general Gouraud, etcétera, y teniendo en cuenta que el país había sido invadido por el enemigo hereditario, se preguntó si aquellos tipos no tenían nada mejor que hacer que acudir a oír misa.
-10 de junio, poco después de la comida de las once, se hizo un silencio extraño. Nadie comprendía qué pasaba. Empezaron a correr rumores. «Los boches están llegando a París», afirmaban unos. «El gobierno se ha largado», aseguraban otros
Qué se imaginaban aquellos cientos de miles de refugiados al huir de París? ¿Que el Loira sería una nueva línea Maginot
-Los alemanes están llegando a París -le
explicó Gabriel-. Se puede intentar defender la ciudad, pero, en ese caso, la
bombardearán, la machacarán, la convertirán en un montón de ruinas en cuestión
de días. Declarándola «ciudad abierta», el gobierno les dice que no es
necesario destruirla. Se la ofrece en bandeja
A medida que las tropas alemanas avanzaban desgarrando el país, la solidaridad entre franceses había desaparecido, las relaciones se habían endurecido y los intereses particulares se habían despertado y estaban más vivos que nunca
-La riada de fugitivos, que era la viva imagen de aquel país desgarrado y abandonado
En efecto, una columna impresionante de presos militares se puso en marcha en junio de 1940 (para ser exactos, el día 12 desde Cherche-Midi y el 10 desde la prisión de la Santé) en dirección a Avord, en el departamento del Cher. El 15 de junio, seis detenidos fueron ejecutados por «rebelión, intento de evasión o resistencia a continuar». Al día siguiente, se ejecutó a otros siete. De los 1.865 presos que salieron de París, a la llegada al campamento de Gurs, el 21 de junio, faltaban 845, es decir, el 45,31 por ciento del contingente inicial..
-El lector encontrará en la página web de Jacky Tronel, escrupuloso historiador del episodio, llos pormenores de este triste asunto .
Debo numerosos detalles reales a dos libros de testimonios directos: Simple militant (Denoël, 1974), de Maurice Jaquier, y Le Radeau de la Méduse (Aden, Bruselas, 2009), de Léon Moussinac
En el libro de Henri Amouroux, Le Peuple
du désastre (Laffont, 1976), encontré la peripecia de los billetes quemados del
Banco de Francia (tres mil millones, asegura el autor), que él resume en cuatro
líneas. Los archivos del Banco de Francia disponen de todos los datos relativos
a ese extraño suceso
Habría sido muy difícil concebir una
novela cuyo telón de fondo es el éxodo de junio de 1940 sin la enriquecedora
lectura de Léon Werth (33 días, Veintisiete Letras, 2010), Éric Alary (L?Exode,
Perrin, 2013), Pierre Miquel (L?Exode, Plon, 2003), François Fonvieille-Alquier
(Les Français dans la drôle de guerre, Laffont, 1970), Éric Roussel (Le
Naufrage, Gallimard, 2009) o Jean Vidalenc (L?Exode de mai-juin 1940, PUF,
1957)
Entre las obras que me fueron de gran ayuda, destacan las siguientes: Éric Alary, Bénédicte Vergez-Chaignon y Gilles Gauvin (Les Français au quotidien, 1939-1940, Perrin, 2009), Marc Bloch (La extraña derrota, Crítica, 2003), François Cochet (Les Soldats de la drôle de guerre, Hachette Littérature, 2006), Jean-Louis Crémieux-Brilhac (Les Français de l?an 40, Gallimard, 1940), KarlHeinz Frieser (Le Mythe de la guerre éclair, Belin, 2003), Ivan Jablonka (Ni père, ni mère, Histoire des enfants de l?Assistance publique 1874-1939, Seuil, 2006), Jacques Lambert (Les Ardennais dans la tourmente, Terres ardennaises, 1994), Jean-Yves Marie y Alain Hohnadel (Hommes et ouvrages de la ligne Maginot, Histoire et collections, 2005), Jean-Yves Mary (Le Corridor des Panzers, Heimdal Éd., 2010), Jean-Pierre André-Ruetsch (Tempête à l?est. L?infanterie berrichonne dans la campagne de France, Alice Lyner Éditions, 2011), Michaël Séramour (Les Troupes de forteresse en Lorraine et en Alsace y La Ligne Maginot. Ses casernes disparues, Éditions Sutton, 2016), Dominique Veillon (Vivre et survivre en France, 1939-1945, Payot, 1995), Maurice Vaïsse (Mai-juin 1940. Défaite française, victoire allemande sous l?oeil des historiens étrangers, Autrement, 2000), Henri de Wailly (L?Effondrement, Perrin, 2000) y Olivier Wieviorka y Jean Lopez (Les Mythes de la Seconde Guerre mondiale, Perrin, 2015)
En cuanto a los archivos digitales, una vez más recurrí a Gallica (BnF) y a RetroNews, las magníficas bases de datos de la Biblioteca Nacional de Francia relacionadas sobre todo con la prensa diaria. Espero con impaciencia que la digitalización continúe con los años de posguerra..
Título original: Miroir de nos peines 2020, Penguin Random House Grupo Editorial,
José Antonio Soriano Marco, por la traducción