viernes, 17 de agosto de 2018

La novela BAJO EL ÁRBOL DE LOS TORAYA de Philippe Claudel.
Novela filosófica sobre la vida y la muerte, en la que un cineasta relata la perdida de su mejor amigo.
Bien escrita y con ideas interesantes, aunque al pesada.
Los Toraya son una tribu de las Islas Célebes que tienen una filosofía particular sobre la muerte.
Destacar:
-En el tronco del árbol se excava un hoyo. En su interior se deposita el pequeño cadáver envuelto en una sábana. El sepulcro leñoso se cierra con un entramado de ramas y tela. Lentamente, con el paso de los años, la madera del árbol vuelve a cerrarse y guarda el cuerpo del niño en su propio y enorme cuerpo, bajo su corteza soldada de nuevo.
-Si tuviera que hablar de su cuerpo como si fuera una persona, ¿qué diría de él? ¿Cómo se lo presentaría a alguien? No pretendo que responda a esa pregunta ahora, sino que se la plantee. No sé en qué momento de su relación con su cuerpo está usted, pero el hecho de que hable de la muerte como lo hace me sugiere que sin duda empieza a desconfiar de él. Está entrando en la fase que yo llamo «el cuerpo hostil»
-Durante años ha vivido con él, en él, en perfecta armonía, en un equilibrio que le satisfacía: usted lo cuidaba lo mejor que podía y a cambio su cuerpo le proporcionaba lo que usted esperaba de él, y justo en el momento en que lo esperaba: prestaciones físicas, amorosas, placeres alimentarios, sensaciones. Las enfermedades benignas que lo afectaban de vez en cuando no ponían en entredicho su confianza en él. Al contrario, actuaban como marcadores inversos que le hacían valorar aún más los momentos mayoritarios en los que era su aliado. Sin embargo, poco a poco, el tiempo ha erosionado a su compañero. Con el paso de los años, usted ha comenzado a notar su presencia, es decir, su desgaste, su deterioro, sus dificultades para seguirle.
-Y entonces ha aparecido un amargo sentimiento de disociación, como en una relación amorosa que fue idílica, pero se ha deteriorado. Acabamos olvidando las cualidades del otro y viendo únicamente lo que nos molesta. Por otra parte, eso puede conducir a cierta forma de crueldad. La parte descontenta la toma con su pareja, la acosa, la hace sufrir, llega a maltratarla. ¿Hasta qué punto esa reacción es habitual también en quienes sienten que su cuerpo los ha traicionado y, en consecuencia, lo someten a prácticas que acentuarán aún más su mala imagen y el uso patógeno que hacen de él.
-Sin embargo, el tiempo está ahí, agazapado en todas partes, en la flor del melocotonero que se marchita y en la piel que se arruga, en la articulación que se agarrota y en el pelo que encanece. Sin embargo, a diferencia de la metamorfosis que experimenta la flor del melocotonero para convertirse en fruto al cabo de unos meses, la que sufre nuestro cuerpo no encierra ninguna promesa. Cada modificación que lo afecta a partir de cierta edad conduce a una pérdida de facultades y una degradación que nada puede revertir.
-Hoy en día disponemos de procedimientos tramposos para intentar engañar a los demás y a nosotros mismos. La cirugía y la cosmética trabajan para el restablecimiento de una relación feliz entre el cuerpo y el sujeto cuando el primero ya ha alcanzado las fases de hostilidad, incluso las de animadversión y sufrimiento, a las que me he referido. Se trata de crear una ilusión para la mente mediante señuelos externos. Pero su efectividad es inevitablemente limitada, porque no actúan sobre la percepción interior del cuerpo, que se rige por el cruel reloj biológico. Digamos que en nuestra época procuramos a toda costa morir guapos.

¿No me diréis que no es curiosa la idea?


Titulo original "L'Arbre de pays Toraja"  Editions Stock 2016.
traducción Jose Antonio Soriano Marco. Editado por Ediciones Salamandra 2017