domingo, 26 de febrero de 2017




La novela SILENCIO de de Shûsaku Endô. Ver la entrada de este Blog de la película Silencio.
Después de ver la polémica película y leer los contradictorios análisis me decido a leer yo la novela.
Hasta el final, cuando empiezan las conversaciones con el japonés jefe, la película es igual que la novela. Mas espectacular la película, sobre todo en las escenas del martirio en el mar crucificados, pero básicamente lo mismo.
El problema para mi gusto es que esta novela esta escrita por un japonés y por lo tanto su punto de vista no es el mismo que el nuestro. Esta absolutamente obsesionado con que Dios actue, diga algo, y esto no es asi. Como espera y no obtiene, reniega. En nuestra cultura lo vemos muchas veces en la actitud de algunos ante la muerte o ante catástrofes responsabilizando a Dios de lo sucedido y en muchas ocasiones origina una separación de esta persona de la Iglesia.
Los comentarios de la película insisten en la importancia de la ultima escena en la que la mujer deposita el crucifijo en el ataúd. Esto en la novela no figura. Pero el sigue creyendo en Dios y en la Iglesia pero a su manera acomodaticia.
Lo que mas me alucina es la actitud de la organización Jesuita sobre la película. Cada vez lo entiendo menos.
Algunos pasajes a destacar:
-Aquellas palabras del Señor: «El que confiese mi nombre ante los hombres, yo le confesaré ante mi Padre, que está en los cielos; pero el que niegue mi nombre ante los hombres, yo también le negaré ante mi Padre, que está en los cielos».

-Si, por un imposible, Dios no existiera...». Era una fantasía aterradora. Si Dios no existiera, ¡qué ridículo resultaba todo! Si no existiera, ¡qué drama tan ridículo las vidas de Ichizô y Mokichi, atados a las estacas y bañados por las olas...! ¡Qué ridículo el espejismo que vinieron persiguiendo los misioneros: tres años largos cruzando mares para llegar a este país! Y ahora, ¡qué aventura tan ridícula la mía, vagando por estos montes sin un alma humana...

-El mismo Javier, gracias a un desliz de su intérprete, tropezó al comienzo con el mismo malentendido. Los japoneses que le oían hablar, pensaban que nuestro Dios era el dios-sol en el que ellos llevaban creyendo tanto tiempo.

- Aquel cuadro, el más dramático de toda la Biblia, cuando Cristo en la última cena le dijo a Judas: «Sal, vete y haz lo que tienes que hacer».
-Pecado, no es lo que se piensa de ordinario, eso de robar, de decir mentiras, no. Pecado es para un hombre cruzar por la vida de otro hombre olvidando las huellas que va dejando en él.
-Deus creó al universo para el bien. Y para el bien, concedió al hombre la inteligencia. Pero hay veces que hacemos lo contrario de lo que nuestra inteligencia nos dicta. Eso es lo que llamamos pecado.
-Y tú, ¿por qué lo dejaste todo de tu mano?» -murmuraba el padre con voz apagada-. «Hasta la aldea que nosotros levantamos por tu causa, ¿la dejaste arder así, sin mover un dedo? Y ¿qué hiciste cuando dispersaron a los vecinos? ¿No les infundiste valor? ¿Te conformaste con guardar silencio, como estas tinieblas que tengo delante? ¿Por qué? Por lo menos enséñame el porqué. Nosotros no somos hombres fuertes como Job, al que hiciste leproso sólo para probarle. Job era un santo, pero estos cristianos, ¿qué son? Hombres pobres y débiles... Y en la tribulación el aguante tiene también un límite. No sigas haciéndonos sufrir más.
-Los padres dicen todos lo mismo... -el intérprete traducía despacio las palabras de otro samuray-, pero mira, hay árboles que dan fruto en un terreno y si los cambias de tierra se secan. Ese árbol que llaman «cristianismo» tendrá hojas, ramaje y flores en el extranjero, pero aquí en el Japón se le secan las hojas y no le nace un brote.
-Dejarse ganar el corazón por el encanto, por la belleza, eso lo puede hacer cualquiera. Eso no tiene nada de amor. Amor es no rechazar una vida humana, un ser humano ajado, convertido en harapos.

-El señor de Hirado, tenía cuatro concubinas, y los celos y peleas entre las cuatro eran continuos. No las aguantó más y a las cuatro las echó del castillo..El señor de Hirado procedio con buen sentido.
Las mujeres se llaman aquí España, Portugal, Holanda e Inglaterra, y cuando les llega su turno de noche, le cargan el oído de chismes a su marido el Japón.
En la misma Goa y en Macao sabían desde hacía tiempo lo que a Inglaterra y Holanda, países protestantes a la espera de abrirse paso en el Japón, les molestaba la ventaja que les habían tomado las naciones católicas España y Portugal, y que con frecuencia las calumniaban ante el shogunado y los japoneses.

Si el padre considera inteligente el proceder de Matsuura, tendrá que admitir que los motivos del Japón para prohibir el cristianismo tienen su punto de razón...El padre responde :


Como nuestra iglesia enseña que a cada varón le corresponde sólo una mujer -el padre prefirió dejar correr la broma-, tiene usted mucha razón al decir que se despida a las concubinas. ¿Qué tal si escogiera el Japón entre esas cuatro a su legítima mujer? -Y su legítima mujer, ¿quién es para usted? Portugal, ¿verdad? -Nada de Portugal. La iglesia católica.

Pero padre, ¿no le parece mejor que el Japón se niegue a elegir a forasteras y una su vida a una mujer del país, a alguien de su plena confianza.
En la iglesia, más que la nacionalidad de la mujer, nos fijamos lo primero en el amor que tiene a su marido... -Claro, por supuesto... Pero si el amor lo arreglara todo en el matrimonio, se acabarían los problemas en este pícaro mundo. Entre otros el problema de las «feas empalagosas» como vulgarmente se dice.
En este mundo hay hombres que lo pasan fatal cuando se empeña en quererles una fea empalagosa. Ya lo creo que sí... -Para vuecencia la predicación del Evangelio es meterle a uno por los ojos un cariño que uno no quiere... -Eso es para nosotros. Y si lo de «fea empalagosa» le molesta, mírelo de este otro modo. Aquí llamamos estéril a la mujer que no puede tener ni criar hijos y todo el mundo dice que es la que menos vale para esposa.
Pues si el cristianismo no da fruto en el Japón, no será la iglesia la culpable. La culpa la tienen, creo yo, los que se han empeñado en arrancar a la mujer de su marido, a la iglesia de sus fieles.Usted, padre, y si quiere, todos ustedes hasta ahora -continuó el señor de Chikugo recalcando las palabras una a una-, por lo visto no entienden lo que es el Japón. Esa impresión da. -Y vuecencia no sabe lo que es el cristianismo.
-Veinte años misionando... -Ferreira seguía repitiendo las mismas palabras con el mismo tono aséptico de voz-, para aprender una sola cosa: que a la hora de la verdad, la fe de usted, nuestra fe, no echa raíces en este país. -Mentira, no es eso -gritó el padre, negando con la cabeza-. Las echa, pero se las cortan.Este país es una ciénaga. Al final usted mismo se convencerá. Verá que es una ciénaga mucho más espantosa de lo que había imaginado. Plantas cualquier arbolillo. Las raíces comienzan a pudrirse, amarillean las hojas y se seca. Nosotros plantamos en esta ciénaga el cristianismo.El ser en que entonces creían los japoneses no es nuestro Dios. Eran sus dioses. Estuvimos mucho, muchísimo tiempo sin saberlo, y quisimos creer que los japoneses se habían hecho cristianos... Ferreira asintió: -El santo (se refiere a Javier ) tampoco cayó nunca en la cuenta. Y sin embargo, la misma palabra «Deus» que les enseñó Javier, la cambiaron a su gusto en Dainichi (gran sol). Para los japoneses, que adoraban al sol, Deus y Dainichi casi sonaban lo mismo. ¿No ha leído la carta de Javier en que cuenta el malentendido.

El cristianismo y la iglesia son realidades que trascienden todo país y lugar. De no ser así, ¿qué sentido tendría nuestra labor misionera? -Los japoneses idealizan al hombre, lo amplifican y al resultado lo llaman dios. Llaman dios a un ser que tiene la misma existencia que el hombre. Pero ése no es el Dios de la iglesia. -¿Esto es todo lo que ha sacado usted de sus veinte años en ese país? -Eso es todo -asintió Ferreira melancólico-. Por eso la misión fue perdiendo todo sentido para mí.

-Si yo apostaté..., ¿se lo digo? Óigalo bien claro. Apostaté porque después del tormento me trajeron aquí y escuché los gemidos de esa pobre gente y Dios no hizo nada por ellos. Le recé a Dios como un desesperado, pero Dios no hizo nada por ellos. Ahora, ese estertor era una acusación a Dios: «¿Por qué tú no dices nunca nada?».

-El sacerdote dice que quiere vivir imitando a Cristo. Pues si Cristo estuviera aquí... Ferreira guardó silencio un instante. En seguida, con voz clara e intensa: -Estoy totalmente seguro. Cristo apostataría por amor a ellos. Eso no puede ser verdad. -El padre se había tapado la cara con las manos y la voz se le filtraba entre los dedos, distorsionada-. No puede ser verdad. -Cristo apostataría. Lo haría por amor. Anulándose totalmente a sí mismo.
-No es que me queje contra ti, Señor, no. Me río sólo del destino del hombre... Mi fe en ti es distinta de la que tenía antes, pero de veras que te sigo queriendo..

Señor, me dolía que estuvieras siempre en silencio... -No estaba en silencio. Estaba sufriendo contigo. Pero tú le dijiste a Judas: «Vete...». Le dijiste: «Vete y haz lo que tienes que hacer». ¿Qué fue de Judas, Señor? -Yo no le dije eso. Le dije a Judas «hazlo» como te he dicho a ti «pisa». Porque Judas tenía dolorido el corazón como tú tienes los pies.


viernes, 17 de febrero de 2017

La mejor inversión de Warren Buffett


Bill y Melinda Gates esperan que su propia historia sirva para recordar por qué la ayuda internacional debe ser una prioridad. Lo cuentan en su Carta Anual titulada 'Querido Warren'

Nuestro mensaje anual del 2017 va dirigido a nuestro querido amigo Warren Buffett, quien en 2006 donó gran parte de su fortuna personal a nuestra fundación para contribuir a la lucha contra las enfermedades y reducir la desigualdad. Hace unos meses, Warren nos propuso reflexionar sobre la labor de nuestra fundación: lo que ha marchado bien, lo que hemos aprendido y lo que esperamos del futuro.
Esta es la carta que nos mandó Warren y que inspiró nuestro mensaje de este año.

A continuación presentamos nuestra respuesta.


Este es uno de nuestros gráficos favoritos: muestra que el número anual de muertes infantiles se ha reducido a la mitad desde 1990.


En 2001, cuando di una charla ante un grupo de amigos tuyos sobre la reducción de la mortalidad infantil, me dijiste que los valores de la fundación coincidían con los tuyos. Warren, salvar niños también coincide con otro de tus valores más arraigados: emplear los recursos de forma sensata y evitar el desperdicio de dinero.



¿Recuerdas cómo nos reímos cuando viajamos juntos a Hong Kong y cenamos en McDonald’s? Tras ofrecerte a pagar la cuenta, te llevaste la mano al bolsillo y sacaste… ¡cupones! Hace poco Melinda desempolvó esta foto, en la que salgo con el gran derrochador. Nos recordó lo mucho que valoras un buen ahorro. Es por ello que queremos presentarte esta cifra: 122 millones. Salvar niños es el mayor ahorro que se puede lograr en el ámbito de la filantropía.
¿Quieres saber cuál es la inversión que genera el mayor ahorro? Las vacunas.

La pobreza extrema se ha reducido a la mitad en los últimos veinticinco años. Es un gran logro que debería hacernos sentir más optimistas.





Con todo, no perdemos el optimismo. Esta capacidad de ayudar sin límite alguno nos brinda la oportunidad de esclarecer misterios y salvar vidas, lo que nos permite finalizar nuestro mensaje con una nota positiva de cara al futuro:
La poliomielitis pronto será historia. La malaria se erradicará en nuestra generación. Pronto, pocas personas contraerán tuberculosis. Los niños de todo el mundo gozarán de una buena alimentación. Y la muerte de un niño en los países en desarrollo será tan poco frecuente como la muerte de un niño en los países ricos.
No podemos poner fecha a cada uno de estos acontecimientos, ni tampoco sabemos en qué orden ocurrirán, pero sí confiamos en algo: el futuro sorprenderá a los pesimistas.

Publicado en El País el 17 Febrero 2017

domingo, 5 de febrero de 2017

En Bouc Bel Air el domingo 5 de febrero el Arzobispo de Aix-Arles, Christophe Defour, nos hablo del silencio de Dios, de la luz del mundo y de algo muy bonito que en frances es  ``sur croitre d'amour´´, cuya traduccion es sobrepasar en amor.