El ensayo LA PRINCESA DE EBOLI del insigne historiador Manuel Fernandez Alvarez.
Narra la historia a partir del asesinato de Juan de Escobedo, el 31 de marzo de 1578. Este es nada menos que el secretario de don Juan de
Austria, el hermano del Rey. En el ojo del huracan esta Antonio Perez, secretario de Felipe II y Ana de Mendoza y de la Cerda, viuda de Ruy Gómez
de Silva, el que había sido gran privado del Rey. La futura princesa de Éboli, ya marcada desde la cuna por su alto
linaje, como biznieta del gran cardenal Mendoza (aquel cuyo poderío era tanto
bajo los Reyes Católicos que el pueblo lo llamaba «el tercer Rey de España»),
nació en 1540. Doña Catalina de Silva, la esposa de Don Diego Hurtado de Mendoza, segundo conde de Melito, da a luz en Cifuentes (Guadalajara) a una niña a la que pondrá por nombre
Ana el 29 de junio. El conde de
Melito era un personaje de la Corte de Carlos V, al que el Emperador nombrará
Presidente del Consejo de las Órdenes Militares.
En 1552 la prometen con Ruy Gomes de Silva, un joven afortunado que había entrado en España, en
1526, con el séquito de la emperatriz Isabel. Desde la más tierna infancia del Príncipe Felipe,
Ruy Gomes de Silva se convirtió en algo más que en compañero de juegos: en el
amigo, en el confidente y, en definitiva, cuando el Príncipe se hizo hombre, en
su privado. Las Capitulaciones para el casamiento de Ruy
Gomes de Silva con doña Ana de Mendoza, se celebran entre S. A. el príncipe don
Felipe y los condes de Melito, pues el rango del novio no era el correcto sin el apoyo del futuro rey. De manera que hacia 1557 ya tenemos a doña
Ana de Mendoza como una mujer casada con el principal personaje de la Corte de
Felipe II; una situación normalizada en 1559, con el regreso definitivo del Rey
a España y de su privado, Ruy Gomes de Silva despues de la estancia en Inglaterra como consecuencia del matrimonio con Maria Tudor.
Existe una pugan de poder entre Don Fernando Álvarez de Toledo, III duque
de Alba, y mayordomo mayor del Rey, y Ruy Gomes de Silva, príncipe de Éboli,
que era el auténtico privado de Felipe II. En la sombra el secretario del rey Antonio Perez.
Entre 1560 y 1564, se puede
afirmar que la princesa de Éboli está en la cumbre de su poder. Es la mujer del
privado del Rey y su protagonismo en la Corte lo va a realzar todavía más
convirtiéndose al menos en la amiga, tanto de la Reina como del Monarca. No existen pruebas pero la cabe suponer que Felipe II y la princesa de Eboli tuvieron relacciones intimas.
Antonio Pérez había recibido una exquisita
formación universitaria a nivel europeo. Su padre, verdadero o supuesto,
Gonzalo Pérez, el Secretario de Estado, le había mandado a estudiar a algunas
de las mejores universidades europeas (Lovaina, Venecia, Padua; y en España,
Alcalá y Salamanca). A su regreso a España, Gonzalo Pérez lo incorporó a la
Secretaría de Estado, donde pronto demostró su talento. De forma que, a la muerte
de Gonzalo Pérez, el Rey dividió la Secretaría de Estado en dos secciones (la
del norte, que abarcaba Flandes y Alemania, y la de Italia), y encomendó a
Antonio Pérez la de Italia, de la que tomó posesión en 1568, a poco de su boda
con doña Juana Coello.
A la muerte del principe de Eboli, todos los indicios apuntan a que Antonio Pérez acabó metiéndose en
la cama de la princesa de Éboli, la pregunta obligada es: ¿quién sedujo a
quién? Para mí, fue Ana de Mendoza, una especie de mujer fatal del siglo XVI,
como la juzga Gregorio Marañón. Eran las ansias de poder.
Juan Escobedo es conocedor de todas las intrigas y negocios del corrupto Antonio Perez, por eso este convence al rey ,de que por influencias de Juan Escobedo, que su hermano D Juan de Austria esta desde Flandes preparando un golpe de estado contra la corona. Felipe II autoriza a Antonio Perez a eleminar a Juan Escobedo, es por lo cual es asesinado. Felipe II pudo comprobar entonces el engaño en que había caído y sin duda
hicieron mella en él las protestas de fidelidad de don Juan de Austria y aquel
lamento suyo por la muerte de Escobedo. En noviembre de 1578 murio en los Paises Bajos D.Juan de Austria.
Estaba en marcha la operación de Lisboa,
pues no olvidemos que la muerte del rey don Sebastián de Portugal en
Alcazarquivir, en el verano de 1578, había planteado la gran cuestión de Estado
de la sucesión al Reino portugués, del que Felipe II se consideraba como el
heredero con mejores títulos. Se decía que la princesa de Éboli había
tenido recientemente relaciones con la casa de Braganza, que era una de las
aspirantes a tan notable sucesión regia en Portugal, de echo el hijo de la Princesa de Eboli se casa con Ana de Portugal y Borja , señora de Monovar.
El 28 de julio de 1579, el cardenal
Granvela llegaba a Madrid. Se entevisto con el rey. Aquella misma tarde Felipe II despachó con Antonio Pérez
con toda normalidad. Mas cuando el Secretario se retiró a su domicilio, se
encontró con lo inesperado: la orden del Rey de su prisión. A la misma hora, con un calculado golpe de
efecto, era detenida también la princesa de Éboli; en este caso, presentándose
en su morada don Rodrigo Manuel de Villena, como Capitán de la guardia española
del Rey.
La etapa de los cautiverios de la princesa
de Éboli en sucesivas prisiones, duraría ya lo que el resto de su vida. Sin
embargo, aun dentro de esa penosa época en que carece de libertad, hay tres
periodos bien marcados. El primero, que nos lleva hasta finales de 1582, cuando
Felipe II decreta desde Lisboa, el 8 de noviembre de aquel año, la muerte civil
de la Princesa; esto es, su incapacidad jurídica para gobernar su casa y para
administrar los bienes y cuidar de las personas de sus hijos. Lo cual era
anular todo el testamento de Ruy Gomes que, como hemos visto, dejaba a Ana de
Mendoza como tutora de sus hijos y administradora de la casa de Éboli. La segunda etapa, muy larga, duraría hasta
1590, año en el que, tras la fuga de Antonio Pérez al Reino de Aragón, la furia
del Rey se cebó con la indefensa Princesa para extremar el rigor de su prisión;
una larga etapa, por lo tanto, de unos ocho años. Y finalmente una tercera, ya
más breve, en la que Ana de Mendoza viviría casi emparedada, en unos extremos
de rigor verdaderamente crueles, hasta que le llegó la muerte el dos de febrero
de 1592.
¿Por qué Felipe II actuó siempre contra ella, a partir de 1579, de forma
arbitraria, y con tanta saña, saltándose los más elementales principios de la
Justicia ordinaria?. A mediados de los años sesenta se produce una fisura en la relaccion de la princesa y el rey ¿Por qué? Probablemente por la inoportura intervencion de la princesa en algun asunto relaccionado con Eufrasia de Guzman, la entonces amante del rey. Por otro lado parece que el rey intenta impedir que Ana de Mendoza hable sobre la muerte de Escobedo. Tambien no hay que olvidar la intervencion en la sucesion de Portugal.
De este modo Felipe II hizo bueno el dicho que corría por la Corte : " su risa y su cuchillo iban tan juntos que a todos ponía espanto", algo que Ana de Mendoza aprendería, bien a su pesar y a su costa.
Ver la entrada EL CASTILLO DE DIAMANTE de Juan Manuel de Prada.
Publicado en 2009
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