viernes, 1 de febrero de 2019


La novela LEER LOLITA EN TEHERAN de Azar Nafasi (1948)
Azar Nafisi es hija de Ahmad Nafisi, que fue alcalde de Teherán (1961–1963). Fue con sus padres a USA donde estudio en la universidad .
En 1979 Nafisi regresó a Irán, donde enseñó Literatura inglesa durante un breve período en la Universidad de Teherán.​ Después de la revolución iraní de 1979 y el posterior ascenso al poder del Ayatollah Jomeini, Nafisi se impacientó rápidamente a causa de las restrictivas normas impuestas a las mujeres por los nuevos dirigentes de su país.En 1981 fue expulsada de la Universidad de Teherán y en 1995 se volvió a USA.
Cuenta todas las vicisitudes bajo el régimen islámico y te pone los pelos de punta mucha de las cossa que cuenta. ¿como las progres europeas aceptan o mejor callan de buen grado esta situación? Nunca lo entenderé.
Destacar:
-El pañuelo, en aquella época, lo llevaba como testimonio de su fe. Fue una decisión voluntaria. Cuando la revolución obligó a que las demás mujeres también lo llevaran, su gesto dejó de tener algún sentido.
-Citas de Jomeini y de un grupo llamado Partido de Dios: los hombres que llevan corbata son lacayos de los americanos; el velo es la protección de la mujer.
-A la hora del almuerzo, en el patio había tres chicas comiendo manzanas. Los guardias las amonestaron: ¡estaban mordiendo las manzanas de un modo demasiado seductor.
-Imagináis qué clase de hombre puede ser alguien que se siente provocado sexualmente solo porque ve un mechón de mi cabello? -preguntó Nassrin- ¿O el que se vuelve loco al ver los dedos de los pies de una mujer?... ¡Vaya! ¡Los dedos de mis pies son armas mortales.
-Los más fuertes eran el Partido Republicano Popular Musulmán, del ayatolá Shariatmadari, y el Frente Democrático Nacional, compuesto por progresistas laicos a la vanguardia de la lucha para proteger los derechos democráticos, incluyendo los derechos de las mujeres y la libertad de prensa. A pesar de los oscuros presagios, el Partido Tudeh, comunista, y la Organización Fedayan, marxista, apoyaban a los reaccionarios radicales frente a los que ellos denominaban liberales.
-Entre el 16 de enero de 1979, día en que el sah abandonó el país, y la vuelta de Jomeini a Irán, el 1 de febrero, hubo un breve periodo en que tuvimos un jefe de Gobierno nacionalista, el doctor Shahpour Bakhtiar. Él era quizá el político de ideas más democráticas.
-Al utilizar el islamismo como instrumento de opresión, la revolución islámica acabó haciendo más daño al islam del que podría haberle hecho cualquier extranjero.
-Una mañana, de manera repentina e inesperada, llegó la guerra. Se anunció el 23 de septiembre de 1980. ¿Qué provocó la guerra?. La especial hostilidad que el nuevo régimen iraní mantenía contra Saddam Hussein, quien, tal como se dijo, había expulsado de Iraq al exiliado ayatolá Jomeini después de haber llegado a un acuerdo con el sah. O fue la vieja rivalidad entre ambos países y el hecho de que los iraquíes soñaran con una victoria dulce y rápida con promesas de apoyo de un Occidente hostil al nuevo gobierno revolucionario de Irán. Para mí, como para millones de iraníes de a pie, una cálida mañana de otoño, la guerra llegó de ninguna parte: fue inesperada, inoportuna y sin sentido. La guerra con Iraq empezó aquel mes de septiembre y no terminó hasta finales de julio de 1988. Todo lo que nos ocurrió en aquellos ocho años de guerra y el giro que después dieron nuestras vidas fueron una consecuencia de la contienda.
-El gobierno no tardó demasiado en aprobar nuevas normas que restringieran el atuendo de las mujeres en público y obligarnos a llevar el chador, o un manto largo, y el pañuelo. La experiencia había demostrado que la única forma de que fueran acatadas aquellas normas era imponiéndolas por la fuerza. Debido a la abrumadora oposición de las mujeres a las leyes, el gobierno primero impuso la nueva norma en los lugares de trabajo y después en las tiendas, donde se prohibió hacer transacciones con mujeres que no tuvieran velo. La desobediencia era castigada con sanciones económicas, con setenta y seis latigazos y penas de cárcel. El gobierno más tarde creó las famosas escuadras de la moralidad: cuatro personas de ambos sexos, armadas, patrullaban en grupo las calles en un Toyota blanco para garantizar que las leyes se cumplieran. Recordé una historia sobre la conquista de Persia por los árabes, conquista que llevó el islamismo a Irán, y que había oído muchas veces. Según esta versión, los árabes pudieron atacar Irán y vencer a los persas porque estos, cansados quizá de la tiranía, habían traicionado a su rey y abierto las puertas al enemigo. No obstante, cuando tras la invasión les quemaron los libros, destruyeron los santuarios y les negaron el idioma, los persas se vengaron: recrearon, a través de los mitos y el lenguaje, la historia de los incendios y los saqueos.
-Creo que es un buen momento para indicar que la cuestión del velo en un país como Irán no tiene que ver con que el velo sea bueno o malo. El asunto del velo es que debería ser un símbolo de la fe. Y como tal, todas las mujeres deberían tener el derecho a elegir si desean llevarlo o no. Ningún Gobierno ni Estado debería decir a sus súbditos cómo deben rendir culto a Dios y, de hecho, ningún Gobierno ni Estado debería decir a sus súbditos que deben rendir culto a Dios. Es algo que debería ser totalmente íntimo y libre. Así que el asunto del velo en Irán es una cuestión de elección. Mi abuela llevó el velo hasta el día de su muerte, y fue muy longeva. Nunca se lo quitó. Pero le inquietó sobremanera que el Gobierno impusiera el velo no solo a los judíos, cristianos y ateos sino a las musulmanas como mi madre, que no querían llevarlo. Para ella el velo era un símbolo de fe, pero si todas las mujeres estaban obligadas a llevarlo, tanto si eran creyentes como si no, entonces se convertía en un símbolo de fuerza y un símbolo político del Estado. Muchas de mis alumnas musulmanas que llevaban el velo antes de la revolución rechazaron también esa imposición.

Esta todo dicho.

Titulo original "Reading Lolita in Tehran" Publicado por Random House en 2003
Ediciones Duomo Barcelona 2011. Traduccion Mari Carmen Bellver 

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