sábado, 8 de julio de 2017

La novela MUJER BAJANDO UNA ESCALERA del alemán Bernhard Schlink (1944).
Se trata de una novela muy entrañable sobre unos amores imposibles, los ricos, los intelectuales, el terrorismo, todo ello montado en una historia muy agradable y que devoras pues necesitas ver su desenlace. Sigue siendo un autor con interes.
Algunas anotaciones:
-No había nada de lo que yo no pudiera desistir ni nada en lo que no se pudiera prescindir de mí. En todo lo que tenía por delante era sustituible. Lo único en lo que era insustituible era lo que quedaba atrás.
-Ser joven debe uno tener esa sensación de que todo puede arreglarse, todo lo que ha salido mal, todo lo que hemos perdido o lo que hemos estropeado. Si ya no tenemos esa sensación, si consideramos que los acontecimientos y las experiencias son irrecuperables, es que ya somos mayores.
-Mi mujer solía decir que lo contrario del bien no era el mal, sino las buenas intenciones. Pero lo contrario del mal no son las malas intenciones, sino el bien.
-Cuando se está muy cansado, se dice que se está muerto de cansancio, y que, sin embargo, cuando se está muerto de cansancio, se está lleno de vida, y cuando se está cansado de la vida es que ya se está cerca de la muerte
-Bueno, en la República Democrática los colores eran más apagados que en la República Federal: los rovoques eran de un color pardo grisáceo, como la arena de Brandeburgo; los viejos edificios de piedra nunca se limpiaban, los trenes verdes de la compañía nacional de ferrocarriles estaban gastados, y las banderas rojas y las pancartas, descoloridas. Pero vivir allí fue mi salvación. Tras aquellos años de locura, fue como estar en una casa de reposo, que carece de muchas cosas, pero ofrece tranquilidad. No hay colores que hieran la vista, ni música que se te meta bajo la piel, ni promesas eróticas en todos los carteles, ni gangas tras las que correr. En una casa de reposo nada varía, o al menos no varía de verdad, y el tiempo transcurre siempre igual, día tras día.
-O acaso son precisamente los pequeños fracasos los que no podemos superar? El primer rasguñito en el coche nuevo nos duele más que otros posteriores, aunque sean más graves. Las astillas pequeñas son más difíciles de quitar que las grandes, y hay ocasiones en las que hurgar con una aguja no sirve de nada y hemos de esperar a que salgan con el pus. Los grandes fracasos a una edad temprana hacen que nuestra vida se desarrolle por nuevos derroteros. Los grandes fracasos que sufrimos a una edad temprana no nos hacen cambiar, pero nos acompañan y torturan como una espinita clavada en la carne.
-La historia continúa. Pero nuestro mundo ya no cambia. Nada lo amenaza, ni el comunismo ni el fascismo ni los jóvenes, que quieren cambiarlo todo. Desde el fin de la Guerra Fría ya no existe alternativa para nuestro mundo. Dígame un solo país que no viva bajo las leyes del capital... No se le ocurre ninguno porque hasta el comunismo chino se ha convertido en capitalismo. La ley del Profeta, por la que los musulmanes matan y mueren, no es una alternativa; sólo es una tarea más para la policía y los servicios secretos. ¿Le preocupan los pobres? Mientras puedan ver la televisión y haya cerveza en la mesa no supondrán una amenaza, y de eso hay bastante.
-Me acuerdo de las mujeres -Schwind empezó a hablar de la esperanza y el optimismo de finales de los sesenta y principios de los setenta-, aquellas mujeres guapas, inteligentes y de buena familia que entonces tomaron partido por la izquierda por convicciones políticas y porque percibían dónde estaba la vanguardia, dónde había vitalidad y efervescencia. Antes incluso de conocer a Irene en su casa, ya la había visto en un debate en la universidad. Sólo estaba allí sentada, escuchando, pero, por su modo de estar sentada escuchando..., era evidente que allí se estaba negociando el futuro.
-El llanto..., ese viaje barato con el que las mujeres nos quitan la razón... Es algo que no puedo soportar y tengo que agradecerle a mi mujer que dejara de llorar casi al principio de nuestro matrimonio, pues comprendió que ese jueguecito de las lágrimas no es justo, que a mí me parecía detestable y que me niego a soportarlo.


Al final del libro el autor confiesa que el cuadro en cuestión es " Ema. Desnudo en una escalera de Gerhard Richter.1966. Museum Ludwing de Colonia" 200x130cm




Titulo original Die Frau auf der Treppe 2014
Traduccion Txaro Santoro Publicado por Anagrama 2016. IBSN 978-84-339-7954-4


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